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samedi 7 janvier 2012

CARLOS DI SARLI, «El Señor del Tango»


Carlos Di Sarli, su nombre de familia Cayetano Di Sarli Russomano, nació el 07 de enero de 1903 en la ciudad de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. Sus padres Miguel y Josefina.
Pianista, director y compositor. Estudió en el conservatorio Williams de Bahía Blanca, para algunos historiadores, condiscípulo de Juan Carlos Cobián. Debutó a los 13 años en una compañía de zarzuelas. En 1916 se presentó en una confitería de la ciudad de Santa Rosa, ciudad capital de la Provincia de La Pampa, como pianista solista. Tres años después regresó a su Bahía Blanca natal, donde formó su primera orquesta.
En 1920 se radicó en Buenos Aires, donde actuó en cafetines del bajo porteño. Luego integró las orquestas de Anselmo Aieta y la del violinista Juan Pedro Castillo, el «rey del pizzicato» y en 1927 armó su consagrado sexteto, con José Pécora y David Abramsky, en los violines ; César Ginzo y Tito Landó, en los bandoneones, Adolfo Kraus en el contrabajo y él en el piano, con su formidable mano izquierda marcando un ritmo de tango de sencilla estructura y emotiva comunicación.
Heredó de Osvaldo Fresedo, con quien actuó, recomendado al director por el violinista José Pécora y al que dedicó su tango «Milonguero Viejo», la manera de sentir la orquesta, dándole primacía a los violines, con una gran preocupación por el tratamiento interpretativo y la calidad sonora de la orquesta.
En 1928 hizo su primera grabación en el Sello Víctor, con los tangos «T. B. C.», de Edgardo Donato y «La guitarrita», de Eduardo Arolas.
Como compositor, se inició en 1919 con el tango «Meditación». Entre otros, son también de su autoría, « Corazón», « Milonguero Viejo», en 1926, «Bahía Blanca», en 1958, «De que podemos hablar», «Verdemar», «Otra vez carnaval», «En un beso la vida», «Nido gaucho», «Juan porteño», «Negando el perdón», «Así era mi novia», «Tangueando te quiero», «Porteño y bailarín», «La capilla blanca»,…
Es de orden recordar, que el maestro Di Sarli a lo largo de su trayectoria profesional, actuó siempre aferrado a la escuela que dejara el gran bandoneonista Osvaldo Fresedo, enriqueciendo el tango e inscribiendo su nombre con mayúscula en la historia de la música popular rioplatense.
En opinión de Ricardo García Blaya, Di Sarli, «fue la pieza final del rompecabezas del tango de la década del 40, que no hizo concesiones a las estridencias, ni a las extravagancias rítmicas y que, sin embargo representó con extrema delicadeza, el paradigma interpretativo del tango milonguero».
Carlos Di Sarli falleció el 12 de enero de 1960.