EDUARDO AROLAS, “El Tigre del
Bandoneón”
Dr. Juan Ángel Holenweger
Eduardo Arolas nació en la calle
Vieytes 1048, en el Barrio de Barracas al Norte, Buenos Aires, el 24 de febrero
de 1892. Figura lengendaria del tango, sus padres, Henri Arola y Margarite
Sauris, franceses. Su nombre de familia, Eduardo Lorenzo Arola.
Bandoneonista, director de orquesta
y compositor. Dicen que el primer bandoneón de Arolas fue una pequeña «jaula»
de luto. Luego vendría el «doble A» de nácar, al que el «fueyero» supo
arrancarle floridos bordoneos, como se le llamaba en esos tiempos a ciertos
rezongos oscuros, como viscerales del instrumento y ciertas variaciones casi
guitarrísticas.
Arolas tocaba el bandoneón sin
ningún desplante, ningún alarde le descomponía el gesto. No se “confidenciaba“
con el bandoneón, con aquella inclinación de cabeza a lo Troilo, no lo abría en
ostentoso abanico musical a lo Piazzolla, ni le arrancaba tartamudeos a lo
Ciriaco Ortiz.
Descolló como compositor, en su corta
vida, falleció a los 32 años, compuso más de 120 temas de los cuales dan
vueltas en los pasadiscos y lectores de CD alrededor de 20 – 25, el resto está
celosamente encerrado en algún cofre fort de egoístas coleccionistas.
Su entrega musical conmovía y dejaba
un temblor de emoción duradero en quienes lo escuchaban.
Silencio !!! Está tocando Arolas.
Una noche Rafael Tuegolds, un rubio gordito, muy bromista, violinista que
integraba la orquesta, no pensó que estaba haciendo historia cuando en ese
baile repetía sus apodos ornitológicos, con mucha insistencia:
«Mirá aquel, el del jopo! Parece una
copetona!» Y efectivamente, nadie podía negar el aire irrenunciable de
martineta copetona que lucía el bailarín.
«Fijate ese otro ! Mirá cómo se
arrastra ! Parece una cachila!»
«Cachila? Me gusta la palabra! Ya tiene
nombre este tango».
Eduardo Arolas agarró en el aire el
adjetivo que había tirado Tuegols; quizá le hizo gracia la comparación, pero lo
cierto es que el tango quedó baurizado esa noche.
Cachila o cachirla es un pajarito
criollo, avecita de poco lucimiento exterior. Del color de la perdiz, su
plumaje se confunde con la tierra. Cuando le descubren el nido, vuelve
rápidamente y se arrastra unos metros, simulando estar herida. Con todo, su
vuelo es ágil y puede volar a gran altura.
Los ornitólogos pretenden amedrentarla con la
denominación latina Anthus correndera correndera, pero ella por ello no se le mueve
de una pluma.
Se dice también que cachila hace referencia a Delia
López, «Chiquita», quien fuera el gran amor de Arolas. Pero este tango no lo
compuso El Tigre del Bandoneón en atención a esa morocha, como si lo fue “Nariz”,
dedicado a Alice Lesage, que responde al apodo que surgió por la costumbre que
tenía la joven de pellizcarse la nariz con el pulgar y el índice.
De esa basta lista de composiciones,
recordamos algunas de ellas : su primera obra «Una noche de garufa»
(1909), «La cachila», «Lágrimas», «Fuegos arificiales», «La
guitarrita», dedicada a Mario Pardo, «El marne», «Papas
calientes», «Adios Buenos Aires», «Alice», «Comme il faut», «Araca»,
«Cardos»,
«Maipo»,
«Vivorita»,
«Retintín»,
«El
Rey de los bordoneos», en homenaje al eximio guitarrista y
bandoneonista Graciano de Leone, «La trilla»,…
Dice Ricardo García Blaya de
Arolas : «Fue un genio irrepetible que se renueva permanentemente y que nos
conmueve cada vez que escuchamos la hondura de su obra».