El inventor del bandoneón parece que ya se sabe quien fue.
Pero hay otra pregunta, motivo de ásperos entreveros: ¿quién trajo al Rió de la Plata ese instrumento que
seria mítico?
El autor de esta nota, el investigador del tema, sostiene
que fue un suizo, herrero, inmigrante de manos rudas, quien hizo sonar el
fuelle en un escenario tan insólito como los campamentos en la guerra con el
Paraguay:
El bandoneón, ese oscuro y arrugado segundo corazón de los rioplatenses, puso a
prueba durante años la tenacidad de cuanto investigador trató de aclarar los misterios
de su origen.
¿Quién lo invento? ¿Quién lo trajo al Rió de la Plata? ¿Cuándo?
Desde siempre se dijo – y aun quienes lo repiten – que el bandoneón fue
inventado en Alemania durante el siglo pasado por un luthier de apellido Band.
Hoy día, a raíz de minuciosas averiguaciones realizadas in situ por el
investigador Manuel Campos, es posible afirmar que Band no invento ni fabrico
instrumento alguno. El trabajo de Campos, reproducido en la obra El bandoneón
desde el tango, de Arturo Penón y Javier García Méndez, demuestra
incuestionablemente que Band, comerciante de la ciudad renana de Krefeld, se
limito a bautizar como “bandolium” a un aerófono de 32 voces derivado de la
concertina y creado en Carlfeld por C. Zimmerman (no conocemos su nombre
completo), quien lo presento en la Exposición Industrial
de París de 1849.
Restaba por descubrir la forma y momento en que el instrumento llegó al Rió de la Plata.
En 1937, Augusto Berto afirmó sin ningún apoyo argumental que
el introductor había sido Tomás Moore, “El Inglés”. Otras opiniones tan poco
documentadas como la de Berto hablaron del brasileño Bartolo, del carrero
Pascualin y de Hans, ignoto marinero alemán.
Los más importantes trabajos referidos al tema, como el ya mencionado de Penón
y García Méndez, los de Oscar Zuchi, Miguel Angel Scenna, Luis Adolfo Sierra,
Héctor Bates y otros, se limitan a repetir estas leyendas sin confirmarlas pero
manifestando en general su acuerdo con que el bandoneón apareció por estas
latitudes en los tiempos de la
Guerra del Paraguay, en cuyos campamentos, dicen, se lo oyó
por primera vez.
Estimando esa fecha como mas o menos probable, y dado que el instrumento debió
importarse desde Alemania o desde algún país cercano a ella, emprendimos la tarea
de investigar papeles relativos a diversas corrientes inmigratorias que por
esos tiempos arribaron a nuestra región.
Y fue así como, al revisar antecedentes referidos a la inmigración suiza, dimos
con la trágica historia del mayor Federico Bion, militar nativo el cantón de
Saint Galle. Arribado en 1863
a la uruguaya Colonia Suiza – actual Nueva Helvecia –
con la pacifica idea de transformarse en agricultor, terminó plegándose a las
tropas revolucionarias del general Venancio Flores que intentaban derribar al
presidente oriental Atanasio de la Cruz Aguirre y murió fusilado el 9 de agosto de
1864, muy cerca de Nueva Helvecia, ciudad donde hoy reposan sus restos al pie
de una cruz de hierro con forma de ancla.
Pero, mas allá de su romántica aventura, el mayor dejó un diario de viaje,
invalorable documento escrito con letra gótica que sus descendientes retornaron
a Suiza, tal vez a fines del siglo pasado.
En 1970, el doctor Juan Carlos Wirth, historiador especializado en el tema de
la inmigración suiza a estas latitudes, encontró ese manuscrito en Niederglatt,
cerca de Zurich, en posesión del ingeniero Federico Bion, nieto del infortunado
militar, que Wirth se ocupo de traducir.
El 19 de diciembre de 1862, día en que cruzan el Ecuador, el militar asienta en
su cuaderno estas palabras:
“Un ciudadano de Sarganz, Schumacher de apellido, viaja solo y hará venir después
a su numerosa familia. Herrero de profesión, también quiere comprar una chacra.
Verdadero temple montañés, algo rezongón, orgulloso de su ciudadanía de
Sarganz, es nuestro bandoneonísta.”
Es decir, asienta, así como al pasar, la que es hasta ahora la mas antigua
mención a la presencia de un bandoneón y su ejecutante en el Rió de la Palta.
A la primera lectura de este texto nos surgieron dos
interrogantes que fueron prontamente descartados: ¿no es posible un error de
traducción? ¿Cómo pudo un bandoneonísta provenir de Suiza?
El traductor Juan Carlos Wirth, nacido en Nueva Helvecia en 1907 y fallecido en
Entre Ríos en 1986, era un erudito en materia de inmigración suiza y paso
muchos días de su vida investigando en archivos de Berna, Zurich, Basilea y
otras ciudades helvéticas. Su dominio del alemán era perfecto y además, por su
condición de uruguayo, educado en Buenos Aires y residente desde 1931 en
Paraná, no podía confundir a un bandoneón con ningún otro instrumento.
Pasando al otro interrogante, acerca de cómo pudo aparecer el bandoneón en manos
de un suizo, tengamos en cuenta que la severa crisis económica vivida entre
1845 y 1865 por la
Confederación Helvética, crisis que dio origen a la
inmigración, se había visto agravada por el ingreso a su territorio desde
Baden, Württemberg y la
Renania, de millares de alemanes exiliados a causa de la
fallida Revolución Liberal del ’48.
Cualquiera de estos fugitivos, especialmente los provenientes de la Renania – región donde
esta Krefeld – pudo haber introducido en Sarganz el instrumento, ya inventado
por esos días.
Restaría saber que fue de Schumacher de quien se pierden los rastros luego de
su desembarco en Montevideo. Bion dice que todos sus compañeros de viaje, menos
uno, se trasladaron de inmediato a la colonia suiza donde, luego de remontar el
río en una goleta, llegaron el 17 de enero de 1863.
Si no fue el músico herrero quien se quedo en Montevideo, cosa poco probable ya
que estaba entre sus planes comprarse una chacra en la colonia, seguramente se
contó entre los suizos que en ese enero de 1863 pisaron la comarca , aunque
esta circunstancia no haya podido ser terminantemente demostrada.
Su nombre no aparece entre los restos del registro poblacional encerrado en una
urna sepultada el 9 de noviembre de 1863 en el piso del templo evangélico de Nueva
Helvecia y descuidadamente exhumado en 1963, cuando, por no haberse requerido
los servicios de un especialista , los frágiles papeles embebidos de humedad resultaron
destruidos en su mayor parte.
Con certeza sabemos que ya no estaba en la colonia en 1868 pues no revista en
el muy detallado censo publicado ese año. Tampoco aparece en los libros sobrevivientes
del cementerio evangélico que hemos tenido a la vista, y ni existe ni existió,
según historiadores de la región, como Eva Schöph y el profesor Omar Moreira, nadie
con ese apellido en Nueva Helvecia.
¿Qué sucedió, entonces con el herrero Schumacher?
Tal vez fue uno de los tantos colonos que abandonaron el lugar durante la desoladora
sequía de 1864, razón por la cual no aparece en el censo de 1868. O quizá, como
otros que en el barco trabaron relación con el seductor Federico Bion , también
lo acompañó en su aventura revolucionaria.
Schumacher no figura entre los suizos caídos en el combate de Molino del Colla
pero, si participo en la revuelta, seguramente conoció al general Flores en su
acantonamiento de Puntas del Rosario, y por lo tanto, al año siguiente pudo
haberlo seguido integrando la División Oriental con que el caudillo colorado
enfrento a los paraguayos de Francisco Solano López en las duras batallas de
Estero Bellaco, Yatay y Boquerón.
Entonces, ya que de imaginar se trata, ¿por qué no conjeturar que era suyo
aquel legendario bandoneón oído en los nocturnos fogones del Paraguay? ¿Y por
que no aceptar que fue en sus rusticas manos de montañés donde nació la saga
musical que se prolonga hasta nuestros días, cuando los sensitivos dedos de Arturo
Penón se crispan, nerviosos, sobre el teclado de un Doble A?
Jorge Labraña
Buenos Aires, domingo 19 de marzo de 1995
Clarín
La más temprana cita de un
bandoneón
y su ejecutante en el Río de la Plata es, hasta ahora, una nota periodística
publicada en 1995 por Jorge Labraña, llegada a manos del autor sin el nombre
del medio gráfico que la publicara. En ella se ubica su introducción en el año
1863 y la atribuye a un inmigrante suizo, natural de Sarganz apellidado
Schumacher, quien junto a un contingente de compatriotas viajó con intención de
radicarse en la Colonia Suiza, del Uruguay, hoy denominada Nueva Helvecia. Su
afirmación se basa en la lectura de un diario de viaje de un militar suizo que
navegaba con el grupo, era el mayor Federico Bion. El manuscrito fue hallado en
1970, en poder de un nieto del citado militar, en una ciudad cercana a Zurich.
El día 19 de diciembre de 1862 escribió en su cuaderno: «Schumacher, ciudadano
de Sarganz, viaja solo y hará venir después a su numerosa familia. Herrero de
profesión, también quiere comprar una chacra, algo rezongón orgulloso de su
ciudadanía de Sarganz, es nuestro bandoneonista». Pero a partir de su
desembarco en Montevideo se pierde todo indicio del personaje.-
Dr. NELSON SICA DELL´ISOLA