Dr. Juan Ángel Holenweger
El hoy barrio de Malvín se construyó sobre legendarios montículos
de blancas arenas, por las que se expandían frondosos eucalíptos y dispersos
algunos ranchos de pescadores artesales y otros que habitaban familias de
lavanderas. El cauce de algunos arroyitos, atravesaba el lugar para verter sus
aguas en el Río de la Plata.
A estos sacrificados trabajadores les corresponde el mérito
de «domesticar» con su actividad los solitarios arenales, atrayendo los
primeros comerciantes y dando pie a la participación de emprendimientos como
los studes.
El Barrio Malvín comenzó a urbanizarse como tal, de la mano del
rematador Don Francisco Piria.
La actual denominación se debe justamente a la variación
fonética y gramatical del apellido de
uno de sus primeros pobladores, Juan Balbín González Vallejo.
«Villa
Yeruá». Yeruá es una palabra de origen guaraní que significa calabaza, es un
viejo chalet, que está ubicado en la esquina de Rimac y la Rambla O’Higgins, que
conserva las características de los clásicos chaletes de veraneo, que lucía
Malvín al inicio del Siglo XX.
Las entonces playas solitarias y el agua del río como mar,
atrajeron a los cuidadores de caballos pura sangre que corrían en Maroñas, los
que comenzaron a instalar en la zona sus studes. No olvidemos que para
entonces, primeros años del «900», la ciudad de Montevideo era, por así decir,
una gran estancia. Casi en línea recta se unía Malvín con el Hipódromo de Maroñas.
Precisamente el dueño de Villa Yeruá, don Francisco Maschio,
era uno de aquellos. La llegada de los pingos al lugar con la finalidad de
trotarlos en la arena dura y someterlos a masaje hídrico en la costa, trajo
aparejado la visita y el veraneo de allegados, entre los que se contaba Carlos
Gardel, invitado por Maschio, entrañable amigo y entrenador de los caballos del
cantor, entre ellos, el recordado «Lunático», el preferido del «Mago».
En el tango de Modesto Papávero, «Leguisamo solo», al
finalizar dice Gardel refiriéndoce al jockey y al caballo: «Bueno viejo Francsico, decile al
Pulpo que a Lunático lo voy a retirar a cuarteles de invierno ; ya se ha
ganado sus garbancitos. Y la barra completamente agradecida. Sentí la barra:
Muy bien! Salute!».
El viejo Francisco es precisamente Francisco Maschio y El
Pulpo es Leguisamo. Esta grabación fue hecha en Buenos Aires en 1927.
Hay una grabación
anterior, en Barcelona del año 1925, en la que Gardel la termina
diciendo : «Che viejo Francisco,
pero cuando corra «Lunático» viejo, dieciocho setenta por barba y armado todo
el mundo. Hecho el gil y no va más». Esta grabación prácticamente no se escucha.
No hay duda que hablar de tango entonces es hablar de Gardel
y de turf. Los biógrafos del «Mago» no dudan en asegurar que el «Zorzal
Criollo» vivió pendiente de las carreras de caballo. Alguna vez
dijo Gardel : «He ganado y gano mucho, pero todo se me va. Me gusta vivir bien, la bohemia… las
carreras de caballo son mi pasión! El
dinero que me han hecho perder!...».
Según referencias de cronistas gardelianos, allá por 1915,
don Ángel Rabuffetti, propietario del
Stud «Los
Rosales», le pidió a un amigo suyo que invitara a Gardel para un
banquete que iba a dar. Al finalizar la tenida Rabuffetti dijo: «Me
han informado que el Sr. Gardel y su compañero Razzano, no aceptarán paga por esta
magnífica actuación. Pero entiendo que toda retribución es válida y mucho más
si tiene que ver con el turf. El buen momento que ellos nos han brindado merece
un premio y el domingo voy a jugar 100 ganadores en su provecho, a una fija
imperdible en Palermo y juntos festejaremos la victoria».
El «dato» era «La Ñata» y el botín fueron $ 1.280 nacionales.
Para finalizar digamos que Villa Yeruá evoca también una
forma de vivir muy arraigada a aquellos studes; en ellos eran frecuentes reuniones para festejar gratos momentos. «En
las fiestas del Sutd, era imprescindible la presencia de Carlitos»,
decía Francisco Maschio.
A propósito escribo palabras del eximio jinete compatriota,
Irineo Leguisamo, tomadas del libro del Arquitecto Nelson Bayardo y que da por
tierra el sonado tema de la homosexualidad de Gardel: «Muchos días inolvidables pasamos
en Montevideo, allá en la playa Malvín. Maschio había habilitado dos
habitaciones en su chalet, Villa Yeruá, para recibirnos a Carlos y a mi. No
sorprendió entonces que Carlos pernoctara con alguna de sus amigas en una de
las habilationes mientras yo, puerta por medio, me acicalaba y escapaba por la
ventana para vivir la noche uruguaya».
Recordemos que Virgilio Expósito se tuvo que desdecirse de
sus opiniones sobre las relaciones amorosas de Gardel.
Actualmente, el viejo chalet, pertenece a la IMM. Qué bueno
sería entonces que se le acondicionara y pasara a ser el ansiado MUSEO DEL
TANGO!!!
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